Parad los relojes y apagad los teléfonos,
dadle al perro un hueso jugoso para que no ladre,
haced callad los pianos y que resuenen los tambores,
que entre callada la muerte y los que la sienten ahora.
Que los aviones rujan en el cielo y enmudezca el viento,
que su humo negro anuncie calladamente, que ella ha muerto,
que las palomas se vistan de gala
y los agentes enfunden sus guantes negros.
Porque ella era mi norte, era mi sur; mi este y mi oeste,
los días de duro trabajo y los de sereno descanso, mi aterdecer y mi amanecer, mi sueño y mi canción.
Pensé y ahora sé que estaba equivocado,
que este nuestro amor duraría para siempre.
Ya no quiero estrellas, ¡que las apaguen ¡
que enfríen el sol y enciendan la luna,
que sequen los mares y mueran los bosques
porque ya nada, nada, volverá a tener sentido.
Funeral Blues de WH AUDEN
Traducción de Javier Gausí
No hay comentarios:
Publicar un comentario