martes, 3 de septiembre de 2013

Parad los relojes...

Parad los relojes y apagad los teléfonos, dadle al perro un hueso jugoso para que no ladre, haced callad los pianos y que resuenen los tambores, que entre callada la muerte y los que la sienten ahora.

Que los aviones rujan en el cielo y enmudezca el viento, que su humo negro anuncie calladamente, que ella ha muerto, que las palomas se vistan de gala y los agentes enfunden sus guantes negros. Porque ella era mi norte, era mi sur; mi este y mi oeste, los días de duro trabajo y los de sereno descanso, mi aterdecer y mi amanecer, mi sueño y mi canción. Pensé y ahora sé que estaba equivocado, que este nuestro amor duraría para siempre. Ya no quiero estrellas, ¡que las apaguen ¡ que enfríen el sol y enciendan la luna, que sequen los mares y mueran los bosques porque ya nada, nada, volverá a tener sentido.

 Funeral Blues de WH AUDEN 
Traducción de Javier Gausí

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